La neuropatía compresiva es un tipo de neuropatía periférica que ocurre cuando un nervio es comprimido o atrapado por estructuras cercanas, como músculos, tendones, ligamentos o huesos.
La compresión del nervio puede causar daño y disfunción nerviosa, lo que resulta en síntomas como dolor, debilidad muscular, entumecimiento, hormigueo y disminución de la sensibilidad. Ella da como resultado bajas laborales de larga duración.
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Algunos ejemplos comunes de neuropatía compresiva incluyen el síndrome del túnel carpiano en la muñeca, la neuropatía peronea en la rodilla y la neuropatía del nervio ciático en la cadera.
El tratamiento puede incluir medidas conservadoras, como fisioterapia, medicamentos para el dolor y la inflamación, y cambios en la actividad física o la ergonomía laboral. En algunos casos, la cirugía puede ser necesaria para aliviar la compresión del nervio, llegando a ser causa de incapacidad permanente.
La neuropatía compresiva es una afección que surge cuando los nervios se comprimen, provocando dolor, entumecimiento y debilidad en las áreas afectadas. Estos síntomas pueden ser tan graves que limitan la capacidad de una persona para trabajar en su profesión habitual, derivando en distintos grados de incapacidad laboral.
La incapacidad parcial en casos de neuropatía compresiva implica una pérdida de al menos el 33% de la capacidad para realizar el trabajo habitual. Los síntomas, como entumecimiento o debilidad en las extremidades, reducen el rendimiento, aunque no incapacitan completamente al trabajador para continuar en su puesto.
Cuando la neuropatía compresiva causa un dolor constante, pérdida significativa de fuerza y coordinación en las extremidades, puede impedir que el trabajador realice su actividad habitual. La incapacidad permanente total, en estos casos, reconoce que el afectado no puede realizar su trabajo original, aunque podría desempeñar otras tareas que no agraven sus síntomas.
Para los trabajadores de más de 55 años con neuropatía compresiva, la incapacidad total calificada ofrece un incremento del 20% sobre la base de su pensión, compensando la dificultad para encontrar otro empleo. La pérdida de funcionalidad derivada de la compresión nerviosa, junto con el dolor y la reducción de la movilidad, justifica esta ayuda adicional.
La neuropatía compresiva en su forma más severa puede impedir realizar cualquier actividad laboral. Los síntomas debilitantes, como el dolor intenso y la falta de sensibilidad o control motor en las extremidades, son tan graves que afectan la capacidad del trabajador para desarrollar cualquier tipo de labor.
En los casos más extremos, los síntomas de la neuropatía compresiva son tan graves que el afectado necesita la ayuda de otra persona para realizar las tareas esenciales de la vida diaria, como vestirse o alimentarse. Este grado de incapacidad, conocido como gran invalidez, incluye un complemento económico para cubrir los gastos de la asistencia requerida.
A continuación, te indicamos los pasos clave para solicitar la incapacidad por neuropatía compresiva y gestionar el proceso correctamente:
Cuando se solicita una incapacidad permanente, el Instituto Nacional de la Seguridad Social tiene un plazo de hasta 135 días para responder. Si no se recibe una resolución en ese período, se considera que la solicitud ha sido denegada automáticamente (esto se denomina “silencio administrativo”).
Desde ese momento, se dispone de 30 días hábiles para presentar una reclamación previa si no se está de acuerdo con la denegación. Si esta reclamación también es rechazada, se cuenta con otros 30 días hábiles para presentar una demanda judicial en los Juzgados de lo Social.
Este proceso permite agotar todas las opciones administrativas antes de recurrir a la justicia.
La evaluación de la neuropatía compresiva implica una valoración exhaustiva de cómo afecta la condición a la capacidad laboral. Este proceso incluye tanto pruebas diagnósticas como la evaluación médica y funcional del trabajador para establecer la gravedad.
En esta fase, se examina cómo la neuropatía compresiva limita la movilidad y funcionalidad en las actividades laborales. Esto ayuda a determinar la pérdida de capacidad que el trabajador experimenta al realizar sus tareas habituales.
El Tribunal Médico es responsable de analizar los informes y pruebas presentados para valorar el grado de afectación. Su dictamen es crucial para decidir si el trabajador cumple los requisitos para una incapacidad laboral.
La baja laboral se extiende mientras persistan los síntomas incapacitantes de la neuropatía compresiva, con una duración que varía según la evolución de la condición y los tiempos establecidos por la Seguridad Social. En los peores casos, puede superar el año.
Se sugiere seguir todas las pautas indicadas por el personal médico para facilitar la recuperación o estabilización de la neuropatía compresiva. Además, es importante mantener la documentación de cada tratamiento y diagnóstico.
Es esencial incluir informes médicos detallados que describan la neuropatía compresiva, así como las pruebas diagnósticas (electromiografías o resonancias), que demuestren cómo esta patología afecta la capacidad para trabajar de forma habitual.
Contar con abogados especializados en incapacidad laboral facilita la preparación del expediente y asegura que el proceso se realice correctamente, desde la presentación inicial hasta posibles apelaciones ante la Seguridad Social.
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Estudiar casos previos de neuropatía compresiva que hayan sido aprobados para incapacidad puede ofrecer una referencia útil. Estos casos ayudan a comprender mejor cómo se evalúan situaciones similares y qué pruebas son relevantes.
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