infarto accidente laboral

El reconocimiento de un infarto como accidente de trabajo es un aspecto crucial dentro del derecho laboral y de la Seguridad Social. Determinar si un episodio cardiovascular ocurrido durante la jornada laboral o en relación con el trabajo es accidente laboral puede suponer una diferencia fundamental en términos de derechos, prestaciones económicas y cobertura médica para el trabajador afectado y sus familiares.

Un infarto de miocardio es una afección grave que puede producirse en cualquier momento, pero cuando ocurre en el entorno laboral o en conexión con la actividad profesional, se plantea una cuestión clave: ¿debe considerarse un accidente de trabajo?

Marco legal del infarto como accidente de trabajo

El Estatuto de los Trabajadores y la Ley General de la Seguridad Social establecen que un accidente de trabajo es toda lesión corporal sufrida con ocasión o como consecuencia del trabajo realizado por cuenta ajena. Bajo esta premisa, un infarto puede ser considerado accidente laboral si se demuestra que la actividad laboral ha sido un factor determinante o contribuyente en su aparición.

Sin embargo, la prueba de esta vinculación no siempre es sencilla. En muchos casos, la empresa o la mutua pueden alegar que el infarto responde a factores personales o preexistentes, negando su relación con el desempeño profesional. Esto obliga al trabajador o a sus familiares a presentar evidencias médicas, testimonios y análisis periciales que demuestren la relación causal entre el trabajo y el evento cardiovascular.

Definición de accidente de trabajo según la legislación vigente

La legislación laboral en España establece que un accidente de trabajo es cualquier lesión corporal sufrida por el trabajador con ocasión o como consecuencia de la actividad profesional. Esta definición, recogida en la Ley General de la Seguridad Social (LGSS, artículo 156), no solo abarca accidentes físicos evidentes, como caídas o cortes, sino también patologías de origen interno si estas guardan una relación directa con las condiciones laborales.

Incorporación de enfermedades súbitas

A pesar de que, en principio, un infarto de miocardio podría considerarse una enfermedad común, en determinados casos puede ser catalogado como accidente laboral. La jurisprudencia y los criterios médicos han permitido su inclusión dentro del marco legal de los accidentes de trabajo cuando se acredita que ha sido desencadenado o agravado por el estrés, la carga laboral o las condiciones de trabajo del empleado.

Para que un infarto sea reconocido como accidente laboral, es fundamental demostrar que:

  • El suceso ocurrió en tiempo y lugar de trabajo. Si el infarto se produce durante la jornada laboral o en el desplazamiento dentro del ámbito profesional (accidente in itinere), existe una presunción de laboralidad.
  • Las condiciones del trabajo influyeron en su aparición. Factores como altos niveles de estrés, sobrecarga de trabajo, ritmos exigentes o la exposición a condiciones extremas pueden contribuir a su desarrollo.
  • No se trata exclusivamente de una patología preexistente. Aunque el trabajador pueda tener antecedentes cardiovasculares, se debe analizar si el esfuerzo o la presión del trabajo actuaron como detonantes del evento.

En estos casos, las mutuas y empresas pueden intentar desestimar la relación laboral del infarto alegando que responde a condiciones médicas previas o a factores personales. Corresponde entonces al trabajador o a sus familiares aportar pruebas que demuestren el nexo causal entre la actividad profesional y el suceso, lo que puede incluir informes médicos, testimonios de compañeros o peritajes especializados.

Este reconocimiento es clave, ya que, si el infarto es considerado accidente de trabajo, el trabajador o sus beneficiarios podrán acceder a prestaciones económicas más favorables, incluyendo indemnizaciones y pensiones derivadas del régimen de contingencias profesionales.

Criterios para considerar un infarto como accidente laboral

No todos los infartos ocurridos en el ámbito laboral son automáticamente considerados como accidentes de trabajo. Para que un infarto sea reconocido como tal, deben cumplirse ciertos criterios legales y médicos que establezcan una relación clara entre la actividad profesional y el evento cardiovascular.

Nexo causal entre trabajo y lesión

Uno de los elementos clave es la existencia de un nexo causal entre el trabajo y el infarto. Para ello, se debe demostrar que las condiciones laborales han desencadenado o agravado la patología cardiovascular del trabajador. Algunos factores que pueden ayudar a establecer esta relación incluyen:

  • Situaciones de alto estrés laboral.
  • Carga de trabajo excesiva o turnos prolongados sin descanso adecuado.
  • Exposición a temperaturas extremas o a sustancias químicas nocivas.
  • Ritmo de trabajo intenso y presión por cumplir objetivos.

Si se acredita que el trabajo ha sido un factor determinante en la aparición del infarto, este puede ser calificado como un accidente laboral, lo que garantiza prestaciones más favorables para el trabajador o su familia en caso de fallecimiento.

Presunción de laboralidad en infartos ocurridos en el trabajo

La jurisprudencia reconoce la presunción de laboralidad cuando un infarto ocurre durante la jornada de trabajo o en el centro laboral. Esto significa que, salvo prueba en contrario, se presume que el infarto tiene origen laboral, y corresponde a la empresa o la mutua demostrar lo contrario.

La presunción de laboralidad se aplica en los siguientes casos:

  • El infarto ocurre en el centro de trabajo o durante la jornada laboral.
  • El trabajador sufre el infarto en un desplazamiento por motivos profesionales (accidente in itinere).
  • No existen evidencias claras de que la causa del infarto sea exclusivamente personal o ajena al trabajo.

Si la empresa o la mutua quieren impugnar esta presunción, deberán presentar informes médicos y pruebas que acrediten que el infarto no guarda relación con la actividad laboral.

Factores laborales que pueden desencadenar un infarto

Diversos estudios médicos han demostrado que ciertas condiciones de trabajo pueden aumentar significativamente el riesgo de sufrir un infarto, especialmente en personas con antecedentes cardiovasculares o factores de riesgo previos.

Estrés laboral y su impacto en la salud cardiovascular

El estrés laboral crónico es uno de los principales desencadenantes de enfermedades cardiovasculares. La sobrecarga de trabajo, la presión por resultados y el ambiente laboral hostil pueden generar un aumento constante en los niveles de cortisol y adrenalina, lo que eleva la tensión arterial y la frecuencia cardíaca. A largo plazo, esto predispone al trabajador a sufrir un infarto.

Los entornos de trabajo con altas exigencias y bajo control del empleado (como sucede en empleos con objetivos difíciles de alcanzar o sin autonomía en la toma de decisiones) han sido catalogados como de alto riesgo cardiovascular.

Sobrecarga de trabajo y turnos excesivos

El trabajo en turnos rotativos o nocturnos altera los ritmos circadianos, afectando el descanso y la regeneración del sistema cardiovascular. Además, la falta de descanso adecuado incrementa el riesgo de hipertensión arterial y arritmias, factores clave en la aparición de infartos.

Los trabajadores con jornadas prolongadas (más de 10-12 horas diarias) tienen un riesgo hasta un 40% mayor de sufrir un infarto, según estudios médicos. Esto se debe a la falta de recuperación física y mental, así como al aumento de la fatiga y el estrés.

Exposición a ambientes nocivos y su relación con el riesgo cardiovascular

Trabajar en entornos con sustancias tóxicas o condiciones extremas puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Algunos de los factores de mayor riesgo incluyen:

  • Exposición a productos químicos como monóxido de carbono, disolventes industriales o metales pesados.
  • Temperaturas extremas (frío intenso o calor excesivo), que pueden generar alteraciones en la circulación sanguínea.
  • Ambientes con alta contaminación o falta de oxígeno, que obligan al corazón a trabajar en exceso para compensar la falta de aire limpio.

Los trabajadores que desempeñan su actividad en fábricas, minas, talleres mecánicos o entornos con gases contaminantes pueden sufrir daños cardiovasculares a largo plazo, lo que aumenta la probabilidad de sufrir un infarto en el ejercicio de sus funciones.

Conclusión: La identificación de estos factores en el entorno laboral puede ser clave para demostrar que un infarto es un accidente de trabajo y así obtener el reconocimiento de las prestaciones por contingencias profesionales.

Procedimiento para demostrar que un infarto es un accidente de trabajo

Dado que la empresa o la mutua pueden intentar desvincular el infarto de la actividad laboral, el trabajador o sus familiares deben presentar pruebas contundentes que acrediten la relación entre el evento cardiovascular y las condiciones de trabajo.

Recopilación de evidencias médicas

El primer paso es contar con informes médicos detallados que reflejen:

  • Diagnóstico del infarto y su relación con el estado de salud del trabajador.
  • Factores de riesgo laborales, como estrés, turnos excesivos o exposición a condiciones adversas.
  • Informe pericial médico, que puede ser determinante si se necesita reclamar el reconocimiento ante la Seguridad Social o los tribunales.

En muchos casos, los médicos del servicio de prevención de la empresa pueden aportar documentación relevante sobre las condiciones laborales del afectado antes del infarto.

Testimonios y documentación laboral

El testimonio de compañeros de trabajo, supervisores o personas cercanas es crucial para demostrar las circunstancias previas al infarto. Declaraciones sobre sobrecarga laboral, presión extrema o ambientes nocivos pueden ser claves en una reclamación.

Además, es recomendable recopilar:

  • Historial de jornadas laborales, en especial si hubo horas extra o turnos excesivos.
  • Correos electrónicos o comunicaciones internas que evidencien exigencias desproporcionadas.
  • Denuncias previas sobre estrés o condiciones laborales inadecuadas.

Evaluación de riesgos laborales

Los informes de prevención de riesgos laborales pueden ser una prueba determinante. Si el puesto de trabajo implicaba altos niveles de estrés, exposición a agentes nocivos o una carga física elevada, estos documentos pueden demostrar que la empresa conocía los riesgos cardiovasculares y no adoptó medidas adecuadas para evitarlos.

Si no se cuenta con estos informes, se puede solicitar una evaluación pericial independiente para analizar si el entorno laboral pudo influir en la aparición del infarto.

Beneficios de lograr el reconocimiento del infarto como accidente de trabajo

Si se consigue demostrar que el infarto tuvo un origen laboral, el trabajador accede a una serie de beneficios y protecciones mucho más favorables que si se considera una enfermedad común.

Cobertura médica completa

El reconocimiento del infarto como accidente laboral permite acceder a tratamientos médicos, rehabilitación y bajas laborales sin que el trabajador asuma los costes. Además, la atención sanitaria suele ser más rápida y especializada en comparación con la Seguridad Social.

Prestaciones económicas

El trabajador o sus familiares pueden acceder a prestaciones más elevadas, incluyendo:

  • Incapacidad temporal con una base reguladora del 75% del salario desde el primer día de baja.
  • Posibilidad de indemnización si el infarto genera una incapacidad permanente.
  • Pensión de viudedad y orfandad mejorada en caso de fallecimiento.

Protección laboral y estabilidad

Si el infarto deriva en una incapacidad permanente, el trabajador puede obtener:

  • Reserva de su puesto de trabajo en caso de incapacidad parcial.
  • Derecho a la adaptación del puesto si puede reincorporarse con ciertas limitaciones.
  • Posibilidad de reclamar responsabilidades si la empresa no adoptó medidas preventivas.

Lograr este reconocimiento no solo garantiza una mejor protección económica y laboral, sino que también puede sentar precedentes para futuros casos en condiciones similares.

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